
¿De verdad hay que pagar un 21% por la luz y otros servicios básicos?
El abuso fiscal del gobierno: cuando lo básico se convierte en un lujo
En un contexto económico ya de por sí complicado, en dónde la inflación ya vuelve a subir para la mayoría de los ciudadanos, el gobierno español sigue demostrando una insensibilidad preocupante al mantener un sistema fiscal que castiga a las familias y a los trabajadores.
No contentos con el elevado IRPF que nos arranca de nuestros salarios mes a mes, el Estado decide aplicar el tipo máximo de IVA, el 21%, a productos y servicios que no son un lujo, sino una necesidad básica en el día a día de las personas. Esto no es solo una política fiscal desacertada, es un ataque directo al bolsillo de quienes ya luchan por llegar a fin de mes.
IVA del 21%: cuando lo esencial se grava como si fuera un capricho
El Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) es un tributo que todos pagamos al consumir bienes y servicios. Sin embargo, su aplicación en España es, cuanto menos, cuestionable. Mientras que algunos productos considerados «de lujo» podrían justificar un tipo impositivo alto, ¿cómo se explica que artículos y servicios esenciales para la vida cotidiana estén gravados con el 21%? Veamos algunos ejemplos escandalosos:
1. Medicamentos para uso animal y productos farmacéuticos básicos: ¿Acaso cuidar de nuestras mascotas o acceder a gasas, vendas o mascarillas quirúrgicas es un lujo? Estos productos son fundamentales para la salud y el bienestar, tanto de las personas como de los animales. Sin embargo, el gobierno los trata como si fueran artículos prescindibles.
2. Productos de higiene personal: Exceptuando compresas, tampones y preservativos (que, por cierto, también deberían tener un IVA reducido), el resto de los productos de higiene personal, como champús, jabones o cremas, están gravados al 21%. ¿Desde cuándo mantener una higiene básica es un privilegio?
3. Suministro eléctrico y gas natural: La luz y el gas no son un capricho, son servicios esenciales para cualquier hogar. Sin embargo, el gobierno insiste en aplicarles el IVA máximo, encareciendo aún más las facturas de familias que ya están ahogadas por los precios desorbitados de la energía.
4. Material escolar: Cuadernos, lápices, bolígrafos, mochilas… ¿Cómo es posible que estos artículos, imprescindibles para la educación de nuestros hijos, estén gravados al 21%? Mientras, los libros tienen un IVA reducido del 4%, lo que demuestra una incoherencia absoluta en la política fiscal. ¿Acaso no es la educación un derecho fundamental?
5. Combustibles: La gasolina y el gasóleo no son un lujo, son una necesidad para millones de personas que dependen de sus vehículos para trabajar, llevar a sus hijos al colegio o simplemente vivir en zonas mal comunicadas. Sin embargo, el gobierno sigue aplicando el 21% de IVA, sumándose a otros impuestos como el especial sobre hidrocarburos.
6. Servicios funerarios: Incluso en la muerte, el Estado encuentra la manera de sacar provecho. Los servicios funerarios, un gasto inevitable en el peor momento de una familia, están gravados al 21%. ¿Dónde está la sensibilidad?
El IRPF: otro golpe a los ingresos de los trabajadores
Pero el abuso fiscal no se limita al IVA. El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) es otra losa que pesa sobre los ciudadanos. Los tramos actuales del año 2024 son claramente desproporcionados:
– Desde 0 hasta 12.450 euros: 19%.
– Desde 12.450 hasta 20.199 euros: 24%.
– Desde 20.200 hasta 35.199 euros: 30%.
– Desde 35.200 hasta 59.999 euros: 37%.
– Desde 60.000 hasta 299.999 euros: 45%.
– Más de 300.000 euros: 47%.
Estos porcentajes significan que, para una persona que gane 35.200 euros al año (un salario que no es precisamente alto en muchas ciudades), el Estado se lleva el 37% de su sueldo. Y eso sin contar las cotizaciones a la Seguridad Social, que reducen aún más el poder adquisitivo. ¿Cómo se supone que las familias van a ahorrar, invertir o simplemente vivir dignamente con semejante carga fiscal?
La doble moral del gobierno
Lo más indignante de todo es la doble moral que demuestra el gobierno. Por un lado, se llenan la boca hablando de justicia social, protección a las familias y derechos básicos.
Por otro, aplican impuestos abusivos a productos y servicios que son esenciales para la vida diaria. ¿Dónde está la justicia social cuando una familia no puede permitirse comprar material escolar para sus hijos porque el Estado se lleva más de una quinta parte del precio en impuestos? ¿Dónde está la protección a las familias cuando la factura de la luz o el gas se dispara por culpa de un IVA desproporcionado?
Basta de abusos fiscales
Es hora de que el gobierno revise su política fiscal y deje de tratar a los ciudadanos como una fuente inagotable de ingresos. Los productos y servicios básicos no deberían estar gravados con el IVA máximo, y el IRPF debería ser más justo con las clases medias y bajas, que son las que más sufren las consecuencias de estas políticas.
No podemos permitir que lo esencial se convierta en un lujo. No podemos seguir aceptando que el Estado nos arranque hasta el último céntimo de nuestros salarios y de nuestras compras diarias.
Es momento de exigir un cambio, de demandar una fiscalidad más justa y de recordar a nuestros gobernantes que su deber es servir al pueblo, no exprimirlo hasta el límite.
¡¡¡Basta ya de abusos y de chiringuitos!!!