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La Negligencia Administrativa Cobra Otra Vida en la Zona Cero de Valencia
La tragedia vuelve a golpear la comarca valenciana, esta vez en Benetússer, donde la desidia administrativa y la lentitud en la gestión de las secuelas de la dana han cobrado otra vida inocente. Un trabajador de 45 años ha fallecido este sábado en el derrumbe de una escalera en un garaje que permaneció inundado durante casi dos meses, evidenciando el abandono institucional que sufren los vecinos de la zona.
El fallecimiento de este operario de limpieza, junto con las heridas sufridas por su compañero de 39 años, no son meros accidentes laborales, sino el resultado directo de una gestión negligente que permitió que las estructuras se deterioraran durante semanas bajo el agua estancada. La pregunta que todos se hacen es: ¿por qué tuvo que esperar tanto tiempo este garaje para ser limpiado?
La indignación ciudadana alcanzó su punto álgido cuando el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, se presentó en el lugar de los hechos, siendo recibido con gritos de «asesino» por parte de los vecinos. Una reacción que refleja el hartazgo de una población que lleva meses viendo cómo las promesas políticas se diluyen tan rápido como llegaron las aguas que inundaron sus hogares.
Este no es un caso aislado. Hace apenas dos meses, otro trabajador perdió la vida en circunstancias similares en el colegio Lluís Vives de Massanassa. Dos muertes que podrían haberse evitado con una actuación más rápida y eficiente por parte de las autoridades. El desfile de políticos que acudieron al lugar del siniestro -desde la delegada del Gobierno hasta el conseller de Emergencias- contrasta dramáticamente con la ausencia de medidas preventivas efectivas en los últimos meses.
Los rostros cariacontecidos de los representantes institucionales no son suficiente consuelo para una población que ha visto cómo la falta de previsión y la lentitud burocrática han convertido una catástrofe natural en una tragedia evitable. Los vecinos de Benetússer, como los de tantas otras localidades afectadas por la dana, siguen esperando soluciones reales mientras contemplan cómo las consecuencias de la inacción administrativa siguen cobrándose vidas.
La presencia de equipos psicosociales y servicios de emergencia, aunque necesaria, no puede ocultar la verdadera emergencia: la incapacidad de las administraciones para gestionar eficazmente las consecuencias de una catástrofe que ya ha dejado demasiadas víctimas. ¿Cuántas más harán falta para que las autoridades asuman su responsabilidad y actúen con la urgencia que la situación requiere?